🎙️ COLUMNA DE OPINIÓN

La Culpa Es De Una Democracia En Pañales.

Por [Horacio Schrott] Puerto Esperanza, 12 de noviembre de 2025

El panorama que enfrenta Puerto Esperanza es desolador: a días de que venza la concesión del transporte público, la ciudad no tiene un solo oferente para reemplazar el servicio, si bien la noticia cae sobre el escritorio de la gestión actual, la responsabilidad de esta crisis está distribuida y se mide en añossss, no en meses.

La columna vertebral de un municipio autónomo, como señalamos, es su capacidad de gestionar servicios esenciales. Si un municipio puede —y debe— tener el control de su recolección de residuos, ¿por qué el transporte urbano, que mueve la economía y la vida social, es siempre un rehén de la voluntad privada?

La realidad es que en Argentina, durante muchos años de estabilidad democrática que debieron servir para invertir en servicios de calidad, la falta de visión proactiva de una clase política improvisada ha dejado a Puerto Esperanza en esta situación.

La Soga de la Improvisación

Es justo reconocer que el Intendente Zarza lleva apenas un par de años lidiando con problemáticas que vienen "enquistadas en lo político". El riesgo de quedar sin transporte público es el síntoma más grave de la improvisación de las gestiones anteriores.

Cuando el usuario reclamaba colectivos más dignos, la empresa respondía reclamando mejores caminos y subsidios. El debate siempre fue un círculo vicioso de demandas y excusas, sin que nadie tuviera la visión de futuro para sentar las bases de un servicio municipal, o al menos, de un sistema de concesión financieramente robusto.

Puerto Esperanza está hoy en la cuerda floja no por la coyuntura, sino por la falta crónica de planificación. La empresa privada, que hoy exige condiciones inviables para una prórroga, simplemente actúa bajo la lógica del mercado.

El Aumento del Pasaje: Un Espejo de la Pobreza

Hablemos de ese pequeño ajuste en el precio del boleto, ese tema que pone nerviosa a la comunidad y a los políticos por igual. Cada vez que se discute un aumento, se revela una verdad incómoda: somos una localidad pobre, con servicios básicos precarios.

La tarifa del transporte no solo refleja el costo operativo de mover un colectivo, sino también la capacidad del Estado para subsidiar la diferencia. La reticencia histórica a discutir tarifas o a invertir directamente en flotas municipales demuestra la pobreza de las gestiones política previas.

La crisis del 15 de noviembre es el costo final de décadas de inacción e improvisación. La culpa no es del intendente actual, sino de un sistema político que usó la concesión como un parche para no asumir la responsabilidad de un servicio vital. Hoy, la gestión de Zarza no solo debe solucionar una crisis, sino que debe sentar las bases que las gestiones pasadas se negaron a construir. La falta de visión de futuro nos ha dejado sin colectivos, y la cuenta ya llegó.